sábado, 21 de junio de 2014

Dos Estaciones

En este momento me hallo sentada en uno de los carcomidos sillones del tren, pero no cualquier tren. Mi tren. Aquel que vaga por las vías sin rumbo fijo, que se detiene en los momentos más inesperados, aquel que chirría de vez en cuando, aquel que me muestra paisajes tan bellos como los de un bosque verde o un lago de agua cristalina... Mi tren.

Mis dedos repiquetean sin cesar sobre una de las mesitas que tiene el tren mientras miro por la ventana cada cinco minutos. Ya vamos a llegar a la estación, la temible estación llamada Despedida.

Ahora que había abierto la puerta de mi vagón y había cruzado al siguiente... Ahora que me había sentado en la misma mesa que tú y habíamos compartido palabras increíbles y pensamientos inconfesables... Ahora que empezaba a disfrutar mi estancia en el tren...

La robótica voz anuncia la llegada de la próxima estación. Pararemos en una ciudad lluviosa, lo presiento. Una en la que palabras como "Sol", "calidez" y "felicidad" no existen. No bajaré en esa estación, lo sé. Pero también sé que pararemos allí por largo tiempo.

Finalmente... llegaremos a la última estación. Tu última estación. Y en parte un poco mía también. De los dos.

Si soy sincera, esta es una de las estaciones más aterradoras en las que mi tren, irremediablemente, tendrá que parar , pues no tengo idea alguna de cómo será esa ciudad llamada Despedida.

Bajarás en esa estación y yo no podré hacer nada.

No podré gritar que no lo hagas aunque quiera, pues no tendré voz.

No podré agarrar tu abrigo e impedir que bajes, pues mi cuerpo se paralizará.

No podré ni tan siquiera verte bajar del tren, pues mis ojos estarán inundados por las lágrimas.

¿Qué puedo hacer?

¿Qué puedo hacer?

¿Qué puedo hacer?

La respuesta es sencilla.

Nada.

Escribir en un pequeño papel un "Adiós" y meterlo en el bolsillo de tu abrigo discretamente. Lo haré cuando estés colocando sobre tu cuello aquella bufanda de lana de colores azules, esa que tanto te gusta, sí, esa tan tuya.

Nada más, nada menos.

¿Qué más puedo hacer?

¿Qué más puedo hacer?

¿Qué más puedo hacer?

¿Qué puedo esperar?

Despedida, te acercas y solo puedo llorar.