A principios de verano, en una cálida noche en la que solo podía oír ruidos atroces, pisadas sobre botellas rotas y humo, me regalaste un libro con poemas de amor.
Después de esa noche no volví a verte más.
Años más tarde apareciste de nuevo, caminando por un sendero sin nombre, a principios de verano también.
"¿Cuál ha sido el poema que más te ha gustado?" Me preguntaste.
"Sin duda, este" Respondí yo señalando la pequeña y tierna dedicatoria que escribiste la noche en la que me dejaste.