martes, 20 de marzo de 2018

Pablo

Qué triste es buscarse en un libro y no encontrarse.

Más triste es aún encontrar al viejo amor de tu amor entre sus páginas, y saber que aún su corazón late por esa persona.

Tiemblo al leer nombres femeninos. La sonrisa se me nubla al no encontrar el mío.

Qué pena que no hayas sido tú el que me regalara el libro, como hiciste la última vez.
El llanto se me dispara al saber que aquella vez fuera, probablemente, la última.

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