lunes, 4 de septiembre de 2017

Callejuela

Paseaba hoy por una callejuela de mi ciudad natal por la que no pisaba desde hacía mucho y me he llevado una grata sorpresa: he visto un gato.
Pero no era un gato cualquiera, no, era un poquito gatito mimoso al que conocí hace un año y al que no había vuelto a ver desde entonces.

La felicidad me embargó al comprobar que estaba bien y al notar que seguía siendo igual de mimoso.
Sus ojos de aguja chispeaban con alegría y amor, y no pude evitar reír mientras le decía con la voz más dulce que he puesto nunca lo adorable que era.

No entiendo a las personas que desprecian a estas criaturas.
Aquellas gentes que afirman que los gatos son traicioneros...

Son belleza y magia.
Son pequeñas divinidades en la tierra.
Son parte de mi alma.
Son mis favoritos y siempre los amaré.

No hay comentarios:

Publicar un comentario