Un día nublado en el que el Sol intentaba aparecer desesperadamente.
La ventana abierta dejando entrar la fresca brisa de la mañana.
Una cama de plumas y sábanas de seda extremadamente suaves.
Vestir su camisón de algodón con olor a vainilla.
Miles de lirios blancos adornando su lecho.
Abrir el tarro de mariposas azules y dejar a éstas volar libremente hasta posarse sobre sus párpados.
Una canción lenta y sin letra que se repetía en el gramófono.
Apretar contra su pecho aquel mensaje corto y de amor que le regaló.
Un bote de pastillas vacío sobre la mesilla de noche.
Una sonrisa.
La niña se ahogó entre pétalos de lirios al fin.
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