martes, 1 de octubre de 2013

Un brillo en tu mirada

Sentado en una de las innumerables mesas de la Cafetería, pasando inadvertido cual sombra gris reflejada en una negra y decrépita pared, me dedico a escribirte esta nota en una servilleta blanca. A ti, bella doncella que esperas sentada en la mesa contigua a la mía. Tu rostro sonrosado se asemeja al de Afrodita pero tu alma es tan negra como la de la musa Melpómene. ¿Qué oscuros y trágicos pensamientos rondarán tu mente, amada mía? Sean cuales sean, aquí te muestro los míos.

Escribo a tus labios finos de color cereza, a tus dientes perlados y a tu pálida y fría piel. ¡Oh, tan frágil te ves, mi amor! Escribo también a tu ondulado y brillante cabello rojo que cae sobre tus descubiertos hombros como ríos de sangre que fluyen sobre la nieve de la cima de la montaña, la más pura, la más bella. Escribo, mi dulce y marchita flor, a tus ojos azules, tristes y melancólicos que derraman brillantes diamantes sobre la taza de café que tienes frente a ti. Aquellas bellísimas lágrimas que caían de tus ojos fueron las que me enamoraron, se quedaron grabadas en mi mente y ya nunca jamás podré olvidarlas. 

Siento el irrefrenable deseo de correr hacia ti y besar cada una de esas lágrimas, impregnar mis labios con tus penas y así hacerte olvidar. Dulce niña, te aseguro que mis besos serán más efectivos que un largo paseo por el Leteo. Dulce niña siento delirar al verte, déjame besarte, déjame acercarme a ti... 
Las lágrimas siguen cayendo y yo no puedo soportarlo más... Hermosa imagen la tuya, querida. Dicen que ninguno de nosotros es perfecto, pero eso es porque nunca te han visto llorar. 

Tú y tu divina perfección es lo que me harán enloquecer, así que niña, te lo suplico, déjame beber tus lágrimas y así podré volver a ser feliz.


(Nota: Este relato fue escrito el día 12 de Marzo del año 2013 con motivo de un concurso literario)

No hay comentarios:

Publicar un comentario