miércoles, 12 de marzo de 2014

Psique

Amado y tan querido Príncipe,

tú que susurras en mi oído suaves y oscuros versos, que me robas besos cargados de dulce veneno, que me abrazas con tus alas de cuervo, que lloras lágrimas de sangre implorando mi amor,

no puedo aceptarte, no puedo corresponder tus caricias, no puedo dejarme amar por ti, pues no conozco tu rostro, aunque tu voz melosa evoca al sueño idílico, a la más maravillosa de las fantasías oníricas, a la libertad del alma, (libertad sin cadenas, sin ataduras, sin jaulas de oro) no puedo saber quién eres y siento miedo.

Perdóname amado Ángel nocturno, pero no tengo tanto valor como Psique.
Nuestro romance solo podrá darse a media noche, cuando me encuentre recostada en el lecho, pisando la línea que separa la vida y la muerte, cuando esté soñando.

Aparécete ante mí y consumamos nuestro amor por efímeros instantes, bajo el manto de La gran Dama Blanca, hasta que el malvado Rey nos hiera con sus espadas de fuego y, como vampiros, tengamos que huir.

Tú, a tu reino de sombras, misterio y libertad.
Yo, a mi reino de desolación, aburrimiento y putrefacción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario