miércoles, 5 de febrero de 2014

Alondras

Caminaba en el crepúsculo de la tarde, bajo un cielo con tintes rosados y alguna que otra nube blanquecina, cuando, de pronto, ante mí aparecieron nubes grises que adornaban un cielo azul que cada vez se iba oscureciendo más y más. Alcé la vista para admirar aquel increíble contraste de colores cuando dos cuervos volaron sobre mi cabeza y en dirección contraria a la mía.

¿Qué habría más allá, allí, bajo el cielo de nubes oscuras, para que incluso los cuervos, hijos de la oscuridad, huyeran rápidamente?

No lo sabía, no podía saberlo, así que solo caminé.

Porque tampoco podía volver atrás, mi destino estaba sellado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario