jueves, 12 de diciembre de 2013

Canción de vida de la Muerte

Anoche reposaba mi cuerpo contra el mullido colchón, vencido por el cansancio, sin embargo, mi alma se encontraba en plena ebullición de pensamientos.
La Noche junto con la Soledad son viles compañeras para un alma de cristal como la mía.
La pregunta por la vida quedó grabada en mi mente con una pluma de plata y tinta indeleble. Y entonces la desesperación se apoderó de mí.

¿Acaso mi vida tiene sentido alguno? ¿Soy un sueño de algo? ¿Dios juega conmigo como si fuera un peón en un tablero de ajedrez? ¿Por qué he de esconderme tras una máscara? ¿Mi verdadero yo es tan oscuro como parece? ¿Mi alma está envenenada? ¿Qué perversiones oculta mi corazón? ¿Quién soy?

Los pensamientos discurrían sin poder parar, atormentándome más y más, robando lágrimas a mis ojos, haciendo que mi cuerpo se tensara, haciendo que mi respiración se acelerase.
Plantando semillas de temor en mi mente.

Por un segundo todo se calmó y solo pude oír un diabólico susurro en mi oído:
                                   
                                                        Hazlo ya

Todo el horror acabaría así, la desesperación se iría sin más, nadie jugaría conmigo más, el juego acabaría cuando yo quisiera.

Me levanté rauda y veloz hacia la cocina y saqué del segundo cajón de la encimera el enorme cuchillo de acero que mamá había usado la noche anterior para deshuesar el pollo.

Coloqué el filo sobre una de mis muñecas, temblando.
Cerré los ojos y respiré profundamente una vez.
Abrí los ojos.

Delante de mí vi un ser espectral que flotaba en el aire, vestía una túnica negra y cubría su rostro con una capucha.

Me esperaba.

Sentí auténtico pavor, aquel ser me hacía tiritar, amedrentaba todo mi ser. En cambio, él, estaba sereno, sumido en una profunda tranquilidad que yo no lograba comprender.

Debido a los incesantes temblores que despedían mi cuerpo, se me calló el cuchillo al suelo dejando mis muñecas intactas y vi cómo aquel ser desaparecía sin dejar rastro.

Volví a mi cama, cubrí mi cuerpo con las sábanas y dormí sin pensar en nada más.



No hay comentarios:

Publicar un comentario