Recuerdo el día que lo encontré.
Yo: Deambulando por los retorcidos pasillos, buscando algo nuevo con lo
que deleitarme, con lo que soñar, buscando algo que hiciera latir a mi corazón
de nuevo.
Tú: Latente, escondido, entre sombras, inerte, sin ninguna fuerza
aparente.
Yo: Perdiéndome entre innumerables títulos, enviciándome entre la niebla
de polvo que aparecía de manera recurrente cada vez que cogía un libro,
(h)ojeando, de las dos formas, sí, con "h" y sin ella.
Tú: Latente, escondido, entre sombras, inerte, sin ninguna fuerza
aparente. Espera... ¿Llamándome?
Yo: Escuchando, siguiendo tu hipnótico canto, dejándome arrastrar hasta
que entonces...
Tú: Llamándome, llamándome, llamándome.
Hasta que entonces...
Tú y Yo
Cogí el libro con sumo cuidado, sonriendo tímidamente, las manos
temblando por la emoción, con la mirada brillando al leer tu nombre.
Ilusión
Me senté en la mesa más alejada, abrí tu libro y descubrí algunos
retazos de tu alma. Adentrándome en tus pensamientos, dejándome acariciar por
ellos, permitiendo que penetres en cada rincón de mi alma.
Admiración
Lloré al leer algunos poemas, deseé ser yo aquella por quien suspirabas,
aquella de la estación. Yo te hubiera devuelto la mirada, tenlo por seguro.
Amor
Cerré el libro. No lo abrí más. Lo guardé bajo la almohada y dormí con
él. Dormí contigo.
Perversidad
Al cabo de unos días recorrí los sinuosos pasillos nuevamente, dejé el
libro en su sitio, acaricié el lomo con delicadeza. Jamás volveré a abrir el
libro.
Suspiro
Lágrima
Realidad
Adiós
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